Verónica proviene de una familia de trabajadores y trabajadoras del campo. Su padre fue Rigoberto Cortés, militante del Partido Socialista, dirigente de la Confederación Ranquil. A los 16 años, el 4 de septiembre de 1973, partió a la Unión Soviética con un grupo de 93 jóvenes (fue una de las cuatro mujeres de este grupo), para recibir instrucción en mantención de maquinaria agrícola, como parte de un plan de la Reforma Agraria. Su viaje de capacitación se transformó en exilio. Retornó a principios de los 90 con su marido, su hija y su hijo para iniciar un proceso que fue tan difícil como su destierro. Hoy vive en Santiago y es funcionaria de la administración pública.