Carlos Valdivieso relata que él admiraba a Salvador Allende por sus políticas sociales y la nacionalización del cobre. Aunque no militaba formalmente, participó en reuniones del Partido Socialista donde se discutían propuestas políticas y temas de actualidad. Fue arrestado por primera vez durante un retiro político en una casa facilitada por el Ministerio de Vialidad.
Tras el golpe, militares irrumpieron en su casa, lo arrestaron violentamente y lo trasladaron al Regimiento de Telecomunicaciones de Iquique. Allí sufrió torturas físicas y psicológicas, incluyendo golpes, privación de alimentos y encierro. Se salvó de ser electrocutado en el “cuartito azul” debido a una emergencia militar.
Posteriormente fue trasladado a Pisagua, donde presenció y sufrió abusos brutales. Describe torturas sistemáticas, palizas y trabajos forzados. Además, relata la ejecución de compañeros como Freddy Taberna y Juan Antonio Ruz tras Consejos de Guerra.
Después de meses en Pisagua, fue condenado a tres años de relegación en Aysén bajo amenaza de ejecución si intentaba escapar. Pese a la vigilancia constante, encontró trabajo en un taller mecánico y logró mantener a su familia. Describe su vida en exilio como una lucha constante por sobrevivir y evitar represalias.
Menciona a Freddy Taberna, Juan Antonio Ruiz, Palomino, Marcelino Lama, José Segura
Alfonso Araya nació en Chuquicamata y se trasladó a Iquique, donde trabajó en la Dirección de Obras Sanitarias. Fue militante comunista y luego integrante del Frente de Trabajadores Revolucionarios (FTR).
Fue dirigente sindical en Obras Sanitarias, lo que lo expuso como objetivo político tras el golpe de Estado de 1973. El 4 de noviembre del mismo año fue detenido por militares y llevado al regimiento de Telecomunicaciones en Iquique. Allí fue brutalmente interrogado, golpeado y torturado mediante métodos como golpes, electrocución y colgamientos. Además, fue acusado falsamente de conspirar para envenenar el agua, una de las múltiples acusaciones fabricadas en su contra.
Fue sentenciado en un consejo de guerra y relegado a Ovalle por más de 500 días. Tras cumplir su relegación, regresó a Iquique y luego se trasladó a Arica, donde trabajó en una notaría mientras continuaba vinculado a actividades de derechos humanos. Al tiempo, fue detenido nuevamente por las autoridades debido a su activismo y sufrió un montaje judicial que lo llevó a prisión por más de un año.
Menciona a: Nuñez (Pajita), González (Pera), Toro (Torito), Valdrá, Zurita, Adonis, Freddy Taberna.
Romeraldo Espinoza se unió a las Juventudes Socialistas a los 15 años, influenciado por sus padres, fervientes partidarios de Salvador Allende. Allí participó en actividades políticas como propaganda y campañas electorales. Se unió a la brigada Elmo Catalán, encargada de pintar murales y realizar tareas partidarias.
El 11 de septiembre de 1973, fue detenido junto a otros compañeros mientras intentaban proteger el Liceo de Niñas de Iquique de posibles tomas por grupos de derecha. Fue trasladado al Regimiento de Telecomunicaciones, donde fue interrogado y maltratado. Fue liberado días después por su edad, aunque fue golpeado durante su arresto.
Tras su liberación, continuó luchando desde la clandestinidad junto con otros militantes socialistas y comunistas. Participó en la organización de reuniones secretas y la creación del Comité Permanente de Solidaridad con los Presos Políticos.
Allí, relata su participación en la búsqueda de detenidos desaparecidos en Pisagua, guiados por testimonios de sobrevivientes y familiares. Describe la excavación clandestina en el cementerio de Pisagua y el hallazgo de cuerpos enterrados en fosas comunes, incluyendo 19 cadáveres y restos humanos en una bolsa cuya ubicación aún es incierta.
Menciona a Manuel Jiménez, Ernesto Pérez, Francisco Bretón, Mario Magne, Tito Elizalde, Luis Aroca, Tito Barreda, Carlos Cabrera, Jaime Quiroga, Luis Carola, Enrique Silva, Marino Jimenez, Daniel Andrés, Freddy Taberna, Carlos Lorca, Carlos Altamirano, Jorge Marín, William Miller.
Enrique Silva Olivares, nacido en Tucumán, Argentina, de padres chilenos, relata su vida marcada por la militancia política y la represión durante la dictadura. Tras la muerte de su madre, se trasladó a Iquique, donde creció en un entorno de activismo político. Participó activamente en el Partido Socialista junto a otros militantes y realizó diversas tareas clandestinas antes y después del golpe de Estado de 1973.
Silva describe su participación en actividades políticas desde joven, incluyendo la distribución de panfletos y enfrentamientos con fuerzas represivas. Menciona su trabajo en Radio Esmeralda y su relación con varios dirigentes políticos, incluidos Jaime Quintanilla y Nino Lama. Explica que fue detenido tras el golpe de Estado y sometido a torturas físicas y psicológicas en distintos centros de detención, incluyendo Pisagua, donde fue testigo de abusos y asesinatos.
Silva, además, detalla métodos de tortura como golpes, colgamientos y simulaciones de ejecución. Relata su paso por el «Muro de los Lamentos» en Pisagua y menciona que sus torturadores buscaban información sobre actividades políticas y tráfico de armas, acusaciones que él niega constantemente. Fue condenado a seis meses de cárcel y tres años de relegación en Chiloé.
Gracias a la intervención del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Silva evitó la deportación a Argentina, donde el golpe de Estado de allí ponía su vida en peligro. Fue acogido como exiliado político en Francia, donde vivió trabajando y apoyando a movimientos de izquierda. En Francia, enfrentó dificultades de salud derivadas de las torturas sufridas en Chile, incluyendo problemas pulmonares, cáncer de próstata y trastornos musculoesqueléticos.
En 1992, regresó a Chile con su familia, enfrentando problemas económicos y de salud persistentes.
Menciona a Jaime Quintanilla, Nino Lama, Freddy Taberna, David Enrique Norambuena, Miguel Ángel Castro, Palomino, Eugenio Vargas, Héctor Palenque Cisterna, Mario Muñoz y Mario Magne.
Guillermo (Conocido como Billy Willy) trabajaba en proyectos radiales y era socialista. Participó en la creación de la Radio El Loa en Chuquicamata, orientada a la clase trabajadora. Luego intentó fundar una radio en Iquique llamada «Verónica Internacional,» pero enfrentó trabas burocráticas y políticas. Estaba tramitando la concesión cuando ocurrió el golpe militar. Tras el golpe, decidió regresar a Iquique para defender sus bienes y aclarar su situación, pero fue detenido en el aeropuerto y llevado al cuartel de Telecomunicaciones, donde fue torturado. Allí, sufrió interrogatorios intensos, golpes y descargas eléctricas. Pese a la violencia, logró soportar gracias a su ingenio para aliviar el dolor. Posteriormente, fue trasladado a Pisagua junto con otros detenidos, donde enfrentaron un régimen de trabajos forzados y malos tratos.
En Pisagua, Guillermo relata cómo surgieron redes de solidaridad entre los presos para sobrevivir. Algunos presos crearon talleres de carpintería, panadería y artesanía, logrando mejorar mínimamente su calidad de vida.
Además, se organizaban espectáculos teatrales y musicales para aliviar la tensión. Guillermo destaca el rol de figuras como Raúl Hidalgo y otros compañeros que, con creatividad, lograron formas de resistencia simbólica. También hace mención de que la visita de una delegación alemana, que filmó el campamento, generó una presión internacional que contribuyó al cierre de Pisagua. El régimen de Pinochet se vio obligado a desmantelar el centro de detención y trasladar a los presos a otras cárceles.
Menciona a: Raúl Hidalgo, Enrique Mandujano, Sanguinetti, José Sampson, William Miller, Pedro Brown, Negro Cárdenas, Hugo Marín, Juan Espinoza, Palomino, Julio Cabeza
Haroldo Quinteros fue profesor universitario y dirigente del Partido Socialista en Iquique durante el golpe de Estado de 1973. Quinteros creció en una familia proletaria, influenciado por su padre, un dirigente obrero. Estudió pedagogía gracias a becas y se involucró activamente en la política, ingresando al Partido Socialista en 1965. Se convirtió en dirigente regional en Iquique, participando en la campaña de la Unidad Popular y enfrentando la violencia de la oposición y la represión militar.
Tras el golpe, fue buscado intensamente por los militares. Finalmente fue detenido, torturado en el regimiento de Telecomunicaciones de Iquique y trasladado a Pisagua, donde vivió en condiciones inhumanas junto a otros presos políticos. Detalla los métodos de tortura que sufrió, incluyendo golpes, electricidad y humillaciones constantes.
En Pisagua fue sometido a un juicio militar amañado, donde fue condenado a muerte junto a otros compañeros. Su condena fue cambiada a presidio perpetuo de manera inesperada. Describe la ejecución de sus amigos, incluyendo un emotivo discurso de despedida.
Gracias a la presión internacional, fue liberado bajo el decreto 504, que implicaba exilio perpetuo. Vivió en Alemania, donde completó un doctorado y trabajó como profesor universitario. Regresó a Chile en 1985, enfrentando dificultades para encontrar trabajo debido a su historial político. Finalmente, en 1994, logró reincorporarse a la Universidad Arturo Prat tras una intervención directa del entonces Ministro de Educación, Ricardo Lagos.
Menciona a: Freddy Taberna, José Sampson, Rodolfo Fuenzalida, Juan Antonio Ruz, Marcelino Lama, Víctor Briones, Oscar Varela, Roberto Fuentes, Miguel Aguirre «El Cabito»