Este Archivo Oral recoge las experiencias vividas por doce niñas, niños y jóvenes que nacieron o salieron al exilio a muy corta edad, producto de la situación represiva que vivía su familia después del Golpe de Estado de 1973. La mayoría de las/os entrevistados dejó Chile junto a su madre para reencontrarse con el padre en el país de acogida. Para algunas de ellas/os esta salida se convierte en el comienzo de un peregrinaje. Desde ese nuevo espacio fueron construyendo una historia donde descubrieron otras culturas y aprendizajes; experimentaron pérdidas y conocieron la ambivalencia en la construcción de la identidad personal y distintas concepciones de vida, tanto en el presente como en una visión de proyecto en un futuro, En esta ocasión nos aproximamos a un registro oral de carácter testimonial que aborda tres momentos de la historia de la experiencia del exilio de nuestras/os entrevistados:
a- el momento previo al exilio:
b- el momento de la vivencia del exilio; y
c- el momento del retorno a Chile.
Juan Morales Herrera, profesor primario y militante socialista, narra su vida desde sus primeros años en Iquique hasta su detención y posterior exilio. Explica cómo su activismo político lo llevó a involucrarse en operaciones clandestinas durante la dictadura. Juan nació en Iquique y se formó como profesor primario en Antofagasta. Militó activamente en el Partido Socialista en el altiplano, colaborando con figuras como Alejandro Soria Vargas y Freddy Taberna. Participó en operaciones como volar un camino alternativo usado para el contrabando hacia Bolivia.
Fue detenido el 4 de octubre de 1973 en Iquique, interrogado y torturado en el cuartel de Carabineros y el regimiento de Telecomunicaciones. Sufrió interrogatorios brutales, golpes con culatas de fusil y tortura con electricidad. Relata haber sido sometido a condiciones inhumanas en Pisagua, incluyendo exposición al sol y trabajos forzados. Fue procesado por un consejo de guerra en noviembre de 1973, enfrentando inicialmente la pena de muerte, que luego fue conmutada a 25 años de prisión. Gracias a gestiones familiares y la intervención de una abogada conocida, su condena se redujo a cinco años. Fue encarcelado durante dos años y medio en Iquique antes de obtener un indulto, aunque esto lo expuso a nuevas detenciones y amenazas. Escapó a Perú, donde también fue perseguido, y finalmente se exilió en Canadá. En Canadá, estudió y trabajó como profesor, trabajador comunitario y consejero. Desarrolló múltiples profesiones y ayudó a inmigrantes y refugiados.
Menciona a Alejandro Soria Vargas, Jorge Soria Quiroga, Freddy Taberna, Marcelo Guzman, Juan Osorio, Palomino, Bárbara Petersen, Orlando Soto
El 11 de septiembre de 1973, tras el golpe militar, Alonso fue advertido de que lo buscaban los marinos en el puerto. Gracias a compañeros, logró esconderse momentáneamente y huir de Antofagasta. Sin embargo, fue detenido el 5 de noviembre en Iquique. Los militares allanaron la casa de sus padres, lo golpearon frente a su familia y lo llevaron a la base militar de Telecomunicaciones.
Freddy fue brutalmente torturado, recibiendo golpes, electricidad y simulaciones de fusilamiento. Fue trasladado a Pisagua, donde enfrentó golpizas colectivas, trabajos forzados y humillaciones constantes. Además, narra el fusilamiento de seis presos considerados “no políticos” y la ejecución de compañeros comunistas tras simulacros de juicios militares.
Menciona como la noche de Navidad fue marcada por abusos, destrucción de pertenencias y una misa macabra dirigida por un capellán militar. También cuenta que los prisioneros fueron obligados a construir la pista de aterrizaje de Pisagua y otros proyectos.
Freddy Alonso fue liberado de Pisagua en 1974. Sin embargo, su libertad no significó el fin de su persecución. Al regresar a Iquique, se encontró vigilado constantemente por los organismos de seguridad de la dictadura, especialmente por la DINA y la CNI.
Debido al peligro constante, Freddy fue forzado a abandonar Chile y exiliarse en Europa, específicamente en Francia, donde recibió asilo político. En el exilio, se integró a comunidades de chilenos y organizaciones de derechos humanos que denunciaban las violaciones cometidas por la dictadura.
Tras el retorno a la democracia en Chile, Freddy Alonso volvió al país, aunque nunca dejó de sufrir las secuelas físicas y emocionales de su detención y tortura.
Francisco Prieto relata su experiencia como víctima de la dictadura, enfocándose en su detención, prisión y tortura en Pisagua. También describe la persecución y represión sufrida por su familia debido a su participación política en movimientos de izquierda como el Frente Estudiantil Revolucionario (FER) y el Frente de Trabajadores Revolucionarios (FTR).
Prieto fue detenido por la CNI y fue llevado encapuchado al centro de detención, donde fue sometido a torturas físicas y psicológicas.
Fue trasladado a Pisagua el 14 de septiembre de 1973 junto con otros 37 presos políticos. Describe condiciones extremas de hacinamiento, privación sensorial, torturas y ejecuciones. El testimonio destaca el hambre, el frío y la incertidumbre constante, agravada por la falta de información sobre los compañeros desaparecidos tras los interrogatorios. Menciona el arribo de un barco con presos de Valparaíso y las visitas de la Cruz Roja Internacional a Pisagua, que mejoraron brevemente las condiciones.
En 1974, fue sometido a un consejo de guerra sin defensa efectiva, donde se le condenó al exilio interno en una localidad rural de Talca llamada «Pelarco.»
Tras la dictadura, Prieto y su familia abrieron un restaurante, «Barlovento,» que se convirtió en un punto de resistencia pacífica y encuentro para líderes democráticos.
Menciona a Carlos Herrera Jiménez, Mario Acuña, Juan Prieto, Fernando y Eduardo Prieto, Orlando Soto, Tito Lizardo.
Carlos Valdivieso relata que él admiraba a Salvador Allende por sus políticas sociales y la nacionalización del cobre. Aunque no militaba formalmente, participó en reuniones del Partido Socialista donde se discutían propuestas políticas y temas de actualidad. Fue arrestado por primera vez durante un retiro político en una casa facilitada por el Ministerio de Vialidad.
Tras el golpe, militares irrumpieron en su casa, lo arrestaron violentamente y lo trasladaron al Regimiento de Telecomunicaciones de Iquique. Allí sufrió torturas físicas y psicológicas, incluyendo golpes, privación de alimentos y encierro. Se salvó de ser electrocutado en el “cuartito azul” debido a una emergencia militar.
Posteriormente fue trasladado a Pisagua, donde presenció y sufrió abusos brutales. Describe torturas sistemáticas, palizas y trabajos forzados. Además, relata la ejecución de compañeros como Freddy Taberna y Juan Antonio Ruz tras Consejos de Guerra.
Después de meses en Pisagua, fue condenado a tres años de relegación en Aysén bajo amenaza de ejecución si intentaba escapar. Pese a la vigilancia constante, encontró trabajo en un taller mecánico y logró mantener a su familia. Describe su vida en exilio como una lucha constante por sobrevivir y evitar represalias.
Menciona a Freddy Taberna, Juan Antonio Ruiz, Palomino, Marcelino Lama, José Segura