Francisco Prieto relata su experiencia como víctima de la dictadura, enfocándose en su detención, prisión y tortura en Pisagua. También describe la persecución y represión sufrida por su familia debido a su participación política en movimientos de izquierda como el Frente Estudiantil Revolucionario (FER) y el Frente de Trabajadores Revolucionarios (FTR).
Prieto fue detenido por la CNI y fue llevado encapuchado al centro de detención, donde fue sometido a torturas físicas y psicológicas.
Fue trasladado a Pisagua el 14 de septiembre de 1973 junto con otros 37 presos políticos. Describe condiciones extremas de hacinamiento, privación sensorial, torturas y ejecuciones. El testimonio destaca el hambre, el frío y la incertidumbre constante, agravada por la falta de información sobre los compañeros desaparecidos tras los interrogatorios. Menciona el arribo de un barco con presos de Valparaíso y las visitas de la Cruz Roja Internacional a Pisagua, que mejoraron brevemente las condiciones.
En 1974, fue sometido a un consejo de guerra sin defensa efectiva, donde se le condenó al exilio interno en una localidad rural de Talca llamada «Pelarco.»
Tras la dictadura, Prieto y su familia abrieron un restaurante, «Barlovento,» que se convirtió en un punto de resistencia pacífica y encuentro para líderes democráticos.
Menciona a Carlos Herrera Jiménez, Mario Acuña, Juan Prieto, Fernando y Eduardo Prieto, Orlando Soto, Tito Lizardo.
Enrique Silva Olivares, nacido en Tucumán, Argentina, de padres chilenos, relata su vida marcada por la militancia política y la represión durante la dictadura. Tras la muerte de su madre, se trasladó a Iquique, donde creció en un entorno de activismo político. Participó activamente en el Partido Socialista junto a otros militantes y realizó diversas tareas clandestinas antes y después del golpe de Estado de 1973.
Silva describe su participación en actividades políticas desde joven, incluyendo la distribución de panfletos y enfrentamientos con fuerzas represivas. Menciona su trabajo en Radio Esmeralda y su relación con varios dirigentes políticos, incluidos Jaime Quintanilla y Nino Lama. Explica que fue detenido tras el golpe de Estado y sometido a torturas físicas y psicológicas en distintos centros de detención, incluyendo Pisagua, donde fue testigo de abusos y asesinatos.
Silva, además, detalla métodos de tortura como golpes, colgamientos y simulaciones de ejecución. Relata su paso por el «Muro de los Lamentos» en Pisagua y menciona que sus torturadores buscaban información sobre actividades políticas y tráfico de armas, acusaciones que él niega constantemente. Fue condenado a seis meses de cárcel y tres años de relegación en Chiloé.
Gracias a la intervención del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Silva evitó la deportación a Argentina, donde el golpe de Estado de allí ponía su vida en peligro. Fue acogido como exiliado político en Francia, donde vivió trabajando y apoyando a movimientos de izquierda. En Francia, enfrentó dificultades de salud derivadas de las torturas sufridas en Chile, incluyendo problemas pulmonares, cáncer de próstata y trastornos musculoesqueléticos.
En 1992, regresó a Chile con su familia, enfrentando problemas económicos y de salud persistentes.
Menciona a Jaime Quintanilla, Nino Lama, Freddy Taberna, David Enrique Norambuena, Miguel Ángel Castro, Palomino, Eugenio Vargas, Héctor Palenque Cisterna, Mario Muñoz y Mario Magne.
Haroldo Quinteros fue profesor universitario y dirigente del Partido Socialista en Iquique durante el golpe de Estado de 1973. Quinteros creció en una familia proletaria, influenciado por su padre, un dirigente obrero. Estudió pedagogía gracias a becas y se involucró activamente en la política, ingresando al Partido Socialista en 1965. Se convirtió en dirigente regional en Iquique, participando en la campaña de la Unidad Popular y enfrentando la violencia de la oposición y la represión militar.
Tras el golpe, fue buscado intensamente por los militares. Finalmente fue detenido, torturado en el regimiento de Telecomunicaciones de Iquique y trasladado a Pisagua, donde vivió en condiciones inhumanas junto a otros presos políticos. Detalla los métodos de tortura que sufrió, incluyendo golpes, electricidad y humillaciones constantes.
En Pisagua fue sometido a un juicio militar amañado, donde fue condenado a muerte junto a otros compañeros. Su condena fue cambiada a presidio perpetuo de manera inesperada. Describe la ejecución de sus amigos, incluyendo un emotivo discurso de despedida.
Gracias a la presión internacional, fue liberado bajo el decreto 504, que implicaba exilio perpetuo. Vivió en Alemania, donde completó un doctorado y trabajó como profesor universitario. Regresó a Chile en 1985, enfrentando dificultades para encontrar trabajo debido a su historial político. Finalmente, en 1994, logró reincorporarse a la Universidad Arturo Prat tras una intervención directa del entonces Ministro de Educación, Ricardo Lagos.
Menciona a: Freddy Taberna, José Sampson, Rodolfo Fuenzalida, Juan Antonio Ruz, Marcelino Lama, Víctor Briones, Oscar Varela, Roberto Fuentes, Miguel Aguirre «El Cabito»
Miguel Cabrera comienza describiendo su vida como estudiante y militante comunista en Concepción y luego en Iquique, donde fue dirigente del Partido Comunista. Detalla cómo fue sorprendido por el golpe militar mientras trabajaba y cómo intentó mantenerse activo dentro del partido en la clandestinidad hasta su detención.
Durante su arresto, sufrió torturas, interrogatorios y simulacros de fusilamiento en Pisagua, donde la violencia y la incertidumbre eran constantes. Describe el ambiente hostil, los abusos sistemáticos y la represión contra los prisioneros políticos. A pesar de la brutalidad, destaca la resistencia y la solidaridad entre los detenidos.
Finalmente, menciona cómo su vida se transformó tras su liberación, enfrentando precariedad económica, listas negras y dificultades para retomar su vida laboral.
Menciona a Eduardo Palacios, Pato García, Hernán Cortés, Inés Cifuentes, Raúl Hidalgo, Roberto Echeverría, Torito (Castillo) y Montecinos, Orlando Cabrera, Luis Díaz Zepeda, Lorenzo Mejía
Ana Marlén Guerra Encina, es relacionadora pública, gestora cultural, es especialista en temas educativos y medioambientales. Es una de las fundadoras de Hij@s y Niet@s por la Memoria de Punta Arenas. Proveniente de una familia de militantes políticos, vivieron la represión dictatorial, la prisión política y el exilio. Es nieta de Atilio Encina, dirigente sindical portuario y militante socialista que pasó por varios recintos de detención y tortura de Magallanes, entre ellos la Isla Dawson, para después partir al exilio a Argentina.
Patrick Inostroza Muñoz es Técnico en Turismo Aventura. Vive en la localidad de Paine. Es nieto de Silvestre Muñoz Peñaloza, trabajador agrícola, detenido el 16 de octubre de 1973 junto a otros 36 obreros, en el marco del operativo de represión que militares ejercieron en dicha localidad. Estas personas se encuentran desaparecidas hasta la actualidad.