Oscar Varela, trabajador marítimo y simpatizante del Gobierno de la Unidad Popular, relata su experiencia durante y después del golpe de Estado en 1973. Tras el golpe, ofreció refugio a familias perseguidas como la de José Manuel Palma y Freddy Taberna, quienes eran sus amigos y compañeros de lucha.
Varela fue arrestado el 18 de septiembre de 1973 junto a Palma, luego de que Freddy Taberna se entregara tras la detención de su esposa. Fue llevado al cuartel de Investigaciones en Iquique y luego al campo de concentración de Pisagua, donde presenció torturas, ejecuciones y condiciones inhumanas.
En Pisagua, a pesar de la brutalidad, Varela fue obligado a realizar trabajos forzados, como construir barracones y recolectar mariscos para el casino de oficiales. Sus habilidades marítimas le permitieron ganar algo de autonomía durante estas labores. También fue interrogado y golpeado por sus vínculos con la izquierda y por brindar refugio a perseguidos políticos.
Posteriormente, fue relegado a Arica, donde enfrentó vigilancia constante y luchó para mantener a su familia mediante trabajos marítimos y de transporte. Años después, participó en la recuperación del cuerpo de César Fernando Toro Chávez, un joven ejecutado y enterrado clandestinamente en la costa de Caleta Buena.
Ricardo Torres fue detenido en octubre de 1973 mientras manejaba un taxi en Iquique y trasladado inicialmente al Regimiento de Telecomunicaciones, donde enfrentó interrogatorios violentos, aunque no fue torturado físicamente como otros prisioneros. Sin embargo, fue testigo de simulacros de fusilamiento y maltratos brutales a otros detenidos.
Posteriormente fue enviado a la cárcel de Iquique, donde permaneció bajo custodia del Regimiento. Allí recibió un trato relativamente decente por parte de algunos oficiales. Sin embargo, fue trasladado a Pisagua. En Pisagua, sufrió torturas, incluyendo golpes y simulacros de fusilamiento, y presenció la muerte y desaparición de compañeros, entre ellos Héctor Higueras y Carlos Yáñez.
Su condena original fue la pena de muerte, solicitada por el fiscal militar, pero el Consejo de Guerra la conmutó a cadena perpetua. Eventualmente, su sentencia fue modificada y fue exiliado a Canadá en 1975. Relata el difícil proceso de adaptación en Canadá, donde trabajó arduamente para sostener a su familia en Chile. Intentó regresar a su país tras el fin de la dictadura, pero enfrentó discriminación y falta de oportunidades, lo que lo llevó a retornar a Canadá.
Nadia García fue militante de las Juventudes Comunistas y luego del Partido Comunista de Chile. Desde joven estuvo vinculada a la política, influenciada por sus padres comunistas. Participó activamente en campañas políticas y sociales, incluyendo la campaña presidencial de Salvador Allende.
Además, fue parte de la Coordinadora de Centros de Madres en Iquique, una labor voluntaria que buscaba combatir el desabastecimiento.
Tras el golpe, fue detenida en octubre y llevada a la cárcel de Pisagua junto con su hermano y otros militantes. Allí sufrió interrogatorios, acoso y tortura psicológica por parte de los militares. Fue incomunicada y enfrentó un Consejo de Guerra, uno de los pocos realizados contra mujeres en Chile. La detención afectó gravemente a su familia: su esposo fue encarcelado y sus hijos enfrentaron discriminación escolar.
Posterior al Consejo de Guerra fue relegada a Puerto Montt y luego se trasladó a Santiago con sus hijos. En Santiago participó en actividades políticas clandestinas, enfrentando detenciones ocasionales durante protestas y actividades sindicales.
Finalmente volvió a Iquique en 1994, coincidiendo con la exhumación de osamentas en Pisagua, donde estaban varios de sus compañeros.
Menciona a: Juan Arturo Carvajal, Valentín Rossi, Lilian Escobar, Clotilde, Gloria Carreño, Sandra Palestra, Brunilda Cuadra.
Testimonio de Damian Villegas Castillo. Nació en Coquimbo y llegó a Iquique a las 10 años. Poco después empezó a trabajar en el puerto, en variadas labores. En 1971 hizo el servicio militar, tras lo cual volvió a trabajar como cargador en el puerto, y luego en la misma función en una empresa estatal de alimentos, donde se encontraba el día del golpe de estado. El 6 de octubre acudió a la sede local del Partido Comunista, donde militaba, y quemó las fichas de los militantes, para protegerlos. Fue detenido esa madrugada, llevado al Regimiento de Telecomunicaciones, donde fue golpeado y torturado, y luego a la cárcel de Iquique y luego al Campamento de Pisagua.
Testimonio de Carlos Antonio Lillo, iquiqueño de nacimiento, estudió Pedagogía en la Universidad Técnica del Estado en Santiago, donde se integró a la Juventud Comunista. Luego, regresó a Iquique a trabajar como profesor en diversos establecimientos. En 1973 trabajaba en la Escuela Industrial. Tras el golpe, su domicilio fue allanado y más tarde detenido y llevado al Regimiento de Telecomunicaciones, y luego al Campamento de Pisagua, donde fue sometido al Consejo de Guerra.
Testimonio de Manuel Espinoza, hijo de obrero, iquiqueño de nacimiento, y obrero portuario al momento del golpe. Tras el golpe de estado fue exonerado, y más tarde detenido, llevado al Regimiento de Telecomunicaciones y luego al Campamento de Pisagua, donde fue sometido a interrogatorios y torturado. Fue condenado a pena de muerte en un Consejo de Guerra, luego de lo cual se le conmutó la pena por 25 años de cárcel. Por mediación de la iglesia, se le conmutó la pena por extrañamiento, por lo cual salió al exilio a Holanda.