El 11 de septiembre de 1973, tras el golpe militar, Alonso fue advertido de que lo buscaban los marinos en el puerto. Gracias a compañeros, logró esconderse momentáneamente y huir de Antofagasta. Sin embargo, fue detenido el 5 de noviembre en Iquique. Los militares allanaron la casa de sus padres, lo golpearon frente a su familia y lo llevaron a la base militar de Telecomunicaciones.
Freddy fue brutalmente torturado, recibiendo golpes, electricidad y simulaciones de fusilamiento. Fue trasladado a Pisagua, donde enfrentó golpizas colectivas, trabajos forzados y humillaciones constantes. Además, narra el fusilamiento de seis presos considerados “no políticos” y la ejecución de compañeros comunistas tras simulacros de juicios militares.
Menciona como la noche de Navidad fue marcada por abusos, destrucción de pertenencias y una misa macabra dirigida por un capellán militar. También cuenta que los prisioneros fueron obligados a construir la pista de aterrizaje de Pisagua y otros proyectos.
Freddy Alonso fue liberado de Pisagua en 1974. Sin embargo, su libertad no significó el fin de su persecución. Al regresar a Iquique, se encontró vigilado constantemente por los organismos de seguridad de la dictadura, especialmente por la DINA y la CNI.
Debido al peligro constante, Freddy fue forzado a abandonar Chile y exiliarse en Europa, específicamente en Francia, donde recibió asilo político. En el exilio, se integró a comunidades de chilenos y organizaciones de derechos humanos que denunciaban las violaciones cometidas por la dictadura.
Tras el retorno a la democracia en Chile, Freddy Alonso volvió al país, aunque nunca dejó de sufrir las secuelas físicas y emocionales de su detención y tortura.
Rosendo Pinto Zegarra, conocido como Colín, relata su experiencia como detenido político durante la dictadura. A sus 71 años, comparte su historia, comenzando por su vida antes del golpe de Estado. Era un trabajador dedicado a su familia, sin vínculos políticos ni participación en organizaciones sindicales. Trabajaba largas jornadas en la fábrica de pilas en Iquique y estudiaba por las noches para mejorar sus perspectivas laborales.
En noviembre de 1973, fue detenido en su casa sin explicación alguna durante el cumpleaños de su hija. Lo llevaron primero a un centro de detención en Iquique, donde sufrió torturas físicas y psicológicas: simulacros de fusilamiento, golpizas, y amenazas constantes. Después de varios meses, lo trasladaron al campo de concentración de Pisagua. Allí, enfrentó condiciones extremas: trabajos forzados, interrogatorios, humillaciones y más torturas.
Su liberación llegó tras un juicio militar lleno de acusaciones falsas, siendo relegado a Magallanes por un año. El retorno a la vida civil fue difícil. Sufrió discriminación social, aislamiento familiar y dificultades laborales debido a sus antecedentes políticos. Su hija nunca volvió a relacionarse con él como antes, y su familia se fragmentó.
Marco Ruiz Delgado es un destacado activista chileno por los derechos de las disidencias sexuales. Desde 1972, ha participado activamente en organizaciones de derechos humanos. En 1985, ofreció su primera entrevista pública en la revista APSI, abordando su homosexualidad y la discriminación. En 1986, se exilió en Argentina como refugiado político, donde colaboró con la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) y trabajó por el retorno a la democracia en Chile. Al regresar en 1991, se integró como monitor en la Corporación Chilena de Prevención del SIDA, hoy ACCIONGAY. Ese mismo año, cofundó el Movimiento de Liberación Homosexual (MOVILH Histórico), actualmente conocido como Movimiento por la Diversidad Sexual (MUMS), donde durante más de 14 años formó parte de la Coordinación Política, ejerció la vocería pública y representó al movimiento en diversos seminarios y conferencias nacionales e internacionales. Actualmente, se desempeña en el equipo de investigación de la Fundación Savia y en el Observatorio de Políticas Públicas en VIH/SIDA y Derechos Humanos.
Jacqueline Claudet Fernández es hermana de Jean-Ives Claudet, detenido desaparecido en Argentina en el marco de la Operación Cóndor, entre fines de octubre y principios de noviembre de 1975. Jacqueline vivió en Francia desde junio de 1974 y retornó a Chile en el año 2014. Después de la detención de Augusto Pinochet en Londres, junto a otros familiares de víctimas franco-chilenas comenzaron a organizarse para iniciar un juicio contra de los responsables de los crímenes contra estas personas. El estado de Francia acoge iniciar un juicio por los casos de desaparición. Después de 12 años de investigación, el Tribunal de lo Criminal en París realiza el juicio por estos casos, dictando condena a 14 criminales de la dictadura en ausencia, en diciembre de 2010.
Nora Benavente es una mujer de origen humilde que, al momento del golpe de Estado, vivía junto a sus cuatro hijos. Su hija Patricia fue detenida y durante varios meses no se supo de su paradero. Esto marcó el inicio de una larga travesía en su búsqueda que culminó cuando la encontró en el recinto de detención de Tres Álamos. Si bien esto significó un momento de alivio para Nora y su familia, también fue de incertidumbre, pues implicaba el inicio de un nuevo proceso.
Meses después, Patricia fue expulsada de Chile y partió rumbo a Suecia, un destino que ofrecía seguridad, pero también aislamiento y separación familiar.
Es así como Nora, junto a otras compañeras que compartían experiencias similares, fundan, en 1978, el Comité Pro Retorno, grupo que se dedicó a abogar por el regreso de sus seres queridos y de todas las personas exiliadas por el régimen de Pinochet, enfrentando numerosos obstáculos y riesgos.
El trabajo del Comité Pro Retorno no solo fue un acto de resistencia política, sino también un esfuerzo personal y emotivo para la reconstrucción de vidas, rotas por la dictadura. Este esfuerzo tuvo un alto costo. La dedicación de Nora y sus compañeras atrajo la atención y las represalias del régimen, resultando en relegaciones de sus integrantes o secuestros de familiares, como el caso de otro hijo de Nora, Alejandro, quien estuvo cinco días en manos de la CNI. Estos acontecimientos subrayaron el sacrificio y el coraje de Nora en su lucha por la justicia y la reunificación familiar.
Alejandro y Cristian Fuentes Benavente, hijos de Nora, nos presentan el archivo personal de esta incansable luchadora social.
José Manuel Garcia es el mayor de tres hermanos. Su padre era contador y su madre estudiante de Bibliotecología. Siempre estudio en colegios particulares católicos, lo que llevó a ser agnóstico. En tercer año medio se cambió al Liceo José Victorino Lastarria y terminó su enseñanza en el Instituto de Humanidades Luis Campino. Durante la época de la Unidad Popular su padre asume un puesto en la CORVI en Concepción, hasta donde se traslada toda la familia. Volvieron a Santiago en 1975. A los 17 años, 1977, ingresa a la Universidad Católica de Valparaíso a estudiar arquitectura pero su interés en la literatura hace que decida cambiarse al Instituto Pedagógico. Ahí conoció a Patricio Daza con el cual desarrolló actividades artísticas y políticas contraculturales. Cuando la dictadura desarma el Instituto Pedagógico en 1981, José Manuel se va al campus de La Reina donde comienzan a realizar letreros con mensajes que provocaran la reflexión y la comunicación. En ese nuevo espacio poco a poco fueron a generar ideas y labores de activismo. Al terminar sus estudios se va a Brasil. Allá vuelve a estudiar arquitectura. Retornó en 1992.